En la Baja Época comprende el gobierno de las Dinastías XXIV a XXX (730-330). El Reino Egipcio comenzó a decaer al final de las Dinastías de los Ramésidas, el periodo que se inicia entonces se conoce como Baja Época.
No sólo el poder real era más débil, sino que hubo invasores del sur y del oeste. Las posibilidades económicas eran precarias y no favorecían el desarrollo del arte y la cultura del país.
Las tumbas de los soberanos de las Dinastías XXI y XXII, descubiertas por Montet, fueron construidas en el patio de los templos. Son muy modestas, realizadas en bloques de piedras de forma simple y mediocre decoración. En los sarcófagos domina la plata, no el oro.
Dinastías de la Baja Epoca de Egipto
Dinastía XXIV (727-715)
El faraón Tefnakht (730-720) destronó al último faraón legítimo de la Dinastía XXIII, Shesonquis o Sesonq IV, aprovechándose de la debilidad de los reyes de las dos Dinastías anteriores. En la misma época, Piankhi de Nubia (747-716, Dinastía XXV) invadió Egipto, intentando hacerse con el poder, lo que dio lugar al enfrentamiento entre ambos.
Bocchoris/Bekenrinef (720-715) fue el sucesor de Tefnakht. Este rey era un gran legislador que suprimió la esclavitud por deudas cien años antes que Solón en Grecia.
Por esta época, Egipto entró nuevamente en la órbita mediterránea a través de sus relaciones con Mileto, ciudad de la costa de Jonia, en Asia Menor. Intereses económicos determinaron en Lidia y Egipto una evolución parecida, cuyo mejor paralelo veremos en tiempos de Psamético y Giges de Lidia. Los elementos feudales egipcios también buscaron en Asiria la ayuda contra el poder centralizador de la monarquía.
Dinastía XXV (747-656)
Parte del clero de Amón que emigró a Napata, ciudad del Sudán, al no aceptar a Sheshonq I (como se vio al referirse a la Dinastía XXII) fundó allí un reino democrático, con el dominio absoluto del dios Amón. Su primer faraón fue Pianki/Pianji/Peye (747-716).
Este rey unificó todo Egipto, enfrentándose con Tefnakt, faraón de la Dinastía XXIV que a su vez, había unido al Bajo y Medio Egipto, aunque cometió el error de no destituir a los príncipes locales a los que había vencido. Del final del reinado de Pianki casi no se sabe nada.
De Shabaka, (716-702), su sucesor, no se sabe qué lazos le unían con Piánkhi. Residió en Tebas, reinando sobre todo Egipto. Renovó las construcciones y el trabajo en las canteras de Wadi Hammamat. Su política con Asiria fue de prudencia, enviando presentes a Sargón II.
Su sucesor, Sabataka, (702-690) fue salvado de la invasión del asirio Senaquerib por la peste que diezmó al ejército invasor, que no intervino más ni en Egipto ni en Palestina y murió asesinado al poco tiempo por miembros de su propia familia.
Taharqa (690-664) hizo asesinar a su antecesor. Reorganizó la administración y llevó a cabo numerosas construcciones (columnata del templo de Amón en Karnak, Medinet Habu, Edfú, etc.), y sobre todo, embelleció la ciudad de Tanis, donde le gustó residir. Le sucedió Tanutamón (664-656).
Los reyes de Napata (Dinastía XXV), tienen tumbas, encontradas en Djebel Barkal que son sólo modestas pirámides en piedra, muy esbeltas.
Dominación Asiría
En Asiria reinaba en esta época Asarhadón, hijo de Senaquerib, Taharqa fomentó la revuelta contra él de las ciudades fenicias de Sidón y Tiro. Asarhaddón sitió Tiro y al no poder tomarla, siguió hacia Egipto, tomando Menfis, donde se apoderó del harén y los hijos del faraón quien se refugió en Tebas mientras Asarhaddón se proclamó rey del Alto y Bajo Egipto. Tras un intervalo de tiempo, el rey asirio abandonó Egipto, Taharqa se rehizo y tomó nuevamente el poder. Asarhaddón intentó volver a Egipto y murió en su intento, pero su hijo Ashurbanipal reconquistó este país. Una revuelta de Nekao, príncipe de Sais, fue aplastada por los asirios y éste enviado a Nínive como rehén y tratado con magnanimidad, siendo su hijo Psammético nombrado príncipe de Alhribis. Años más tarde, se rebeló contra la invasión asiria y comenzó una nueva Dinastía: La que hace el número XXVI (663-525), afincada en Sais.
Dinastía XXVI (664-525)
Con Psammético (664-610), príncipe de Sais, empieza la XXVI Dinastía y un nuevo florecimiento de la historia y del arte egipcio, hasta Psammético III (526-525).
En esta época, el arte conoció una nueva corriente de clasicismo y se esforzó por imitar las grandes obras de la XVIII Dinastía. Por ello se le llama arte saíta clásico o neoclasicismo saíta.
En arquitectura se realizaron grandes edificios como lo atestiguan los restos encontrados en Tell Atrib de originales construcciones funerarias. La comisión arqueológica americana en Mendes ha sacado a la luz los cimientos de un colosal templo al que se refirió maravillado Heródoto. Otros vestigios de arquitectura saíta se han encontrado en el delta, así como el llamado laberinto de Hauara.
En escultura, la mayoría de las obras de arte saítas que nos han llegado son de pequeño tamaño, ya que el arte monumental desapareció. Se aprecia en estos objetos un esfuerzo por igualar el arte de los grandes antepasados y un auténtico detallismo. Destaca el retrato real de Berlín y el mobiliario funerario de la reina Tahut, esposa de Psamético II.
Este arte saíta se caracteriza, a pesar de su intento por seguir el clasicismo del Reino Nuevo, por no conseguir muchas veces las proporciones armoniosas del cuerpo, que caracterizan las obras de la XVIII Dinastía, en cambio, en ciertas obras, refleja ya un espíritu griego, sobre todo en la forma más flexible de plasmar las mejillas y el mentón.
Hay que subrayar también la predilección de este arte por las representaciones de animales.
Dinastía XXVII (525-404)
La dominación persa de Egipto trajo como consecuencia el declive económico, sin embargo se siguieron construyendo templos, como el que edificó Darío dedicado al dios Amón tebano en el oasis de Khargeh. Sus relieves indican un decaimiento en el estilo artístico saíta, aunque su clasicismo y su amor por el detalle reaparecerán en la última Dinastía indígena egipcia, la XXX y en la época de los Ptolomeos, su arte es prolongación en cierto modo de la anterior.
Ultimas Dinastías
Tras el breve paréntesis de la Dinastía XXVIII (404-398), cuyo único rey fue Amirteo y las Dinastías XXIX (398-378) y XXX (378-341), volvieron a dominar los persas durante poco tiempo (341 -333) hasta que su último rey, Dario III Codomano fue vencido por Alejandro Magno, que será recibido en Egipto como un libertador y nombrado faraón. A él y a sus descendientes se les denomina «Reyes Macedonios* a los que habría que denominar Dinastía XXXII, siendo a los Lágidas la XXXIII.
Muerto Alejandro, tras Filipo Arrideo y Alejandro IV, comenzará a reinar en Egipto la Dinastía de los Ptolomeos o Lágidas (fundada por Ptolomeo Lagos, el general de Alejandro que le dio nombre), cuya última representante será Cleopatra VII Thea. Tras la muerte de esta reina, Egipto pasará a ser provincia romana. Con esta Dinastía Lágida comenzó el denominado Egipto helenístico.
Cómo citarnos
González, María y Guzmán, Jorge (2015, 3 03Europe/Madrid marzo). Baja Época de Egipto. Historia Universal. https://mihistoriauniversal.com/edad-antigua/baja-epoca-egipto