La victoria de César en la batalla de Alesia, donde la capacidad de la ingeniería militar romana le permitió derrotar a un vasto ejército galo que acudía a socorrer a su caudillo Vercingétorix, aseguró el dominio romano de la Galia. Aunque, con todas sus fortificaciones, César tuvo que entablar un duro combate.
Datos de la batalla de Alesia
- Quiénes: Cayo Julio Cesar (100-44 a.C.), con un ejército de 45.000 hombres, asedió a un ejército de unos 70.000 galos bajo el mando de Vercingétorix de los arvernos (m. 46 a.C.) y se enfrentó a una fuerza que presuntamente alcanzaba 250.000 guerreros.
- Cómo: César se valió de la pericia romana en las operaciones de asedio, construyendo líneas de fortificaciones de asedio dirigidas hacia dentro y hacia fuera, y de la disciplina romana para derrotar las amenazas de las fuerzas asediadas y de las de socorro.
- Dónde: Alesia, a unos 50 km al noroeste de la actual Dijon (Francia).
- Cuándo: Finales de septiembre/principios de octubre del 52 a.C.
- Porqué: César trataba de aplastar, de una vez por todas, la amenaza de Vercingétorix contra el dominio romano.
- Resultado: La batalla fue el último esfuerzo de los galos contra César. La derrota del carismático Vercingétorix terminó con La capacidad de los galos para resistir a los romanos.
Antecedentes de la batalla de Alesia
En el 59 a.C. Cayo Julio César fue elegido cónsul en Roma. Cuando terminó su consulado, utilizó su posición y sus contactos políticos para lograr su nombramiento como gobernador de la Galia Cisalpina y Transalpina y de Iliria. Ocupó el cargo de gobernador el año siguiente y utilizó la emigración de los helvecios, y la inquietud que esto causó entre los aliados galos de Roma, como pretexto para intervenir militarmente en la Galia. Aunque no parece que la intención inicial de César fuese conquistar la Galia, su victoria sobre los helvecios pudo haberle ofrecido la oportunidad de considerar esta opción. A lo largo de los cinco años siguientes, César dirigió con éxito una serie de campañas en la Galia, aunque a veces con un estrecho margen, obligando a muchas tribus a someterse a él, al menos temporalmente. Es más, César emprendió también campañas al otro lado del Rin, e invadió Inglaterra dos veces.
A pesar de su éxito, había un claro malestar en la Galía, que se empezó a manifestar a finales del 54 a.C. A causa de la mala cosecha. César se vio obligado a dispersar a sus soldados en cuarteles de invierno a lo largo del nordeste de la Calia, exigiendo a las diversas tribus que les suministraran provisiones. Esto provocó un fuerte resentimiento que estalló en una rebelión abierta. Durante del invierno del 54/53 a.C., una legión de 10 cohortes, con cinco cohortes adicionales, bajo el mando de Quinto Titurio Sabino y Lucio Arunculeyo Cota, fue destruida cuando las romanos fueron atraídos fuera de su campamento fortificado, emboscados y aniquilados. A esto le siguió un ataque a una legión en su campamento de invierno, que estaba bajo el mando de Quinto Tulio Cicerón (el hermano del famoso orador Marco Tulio Cicerón). Cicerón permaneció dentro de sus fortificaciones y, aunque sus fuerzas se vieron muy presionadas y sufrieron grandes pérdidas, pudo resistir hasta que fue socorrido. César pasó el resto del 53 a.C. reclutando fuerzas adicionales, intimidando a las tribus galas y ocupándose de los germanos, tanto en campañas al otro lado del Rin como rechazando una incursión importante.
La campaña y los ejércitos
Al principio del 52 a.C., los galos planificaron una rebelión general dirigida a expulsar a los romanos. La revuelta se inició a principios del año con la masacre de los ciudadanos romanos que vivían en Cenabum, ciudad estado de la tribu de los camutos. Esta señal inspiró a los galos, y a un joven y carismático noble de las arvernos, Vercingétorix, para reunir una coalición de tribus y poner en campaña un ejército significativo. Los galos empezaron por atacar la capital de los boii, una tribu aliada con Roma, pero César, que estaba en Italia, regresó y obligó a los galos a retirarse. Entre tanto, César atacó varias poblaciones galas, con el fin de procurarse provisiones. Vercingétorix se dio cuenta de que la logística era el punto débil de César, y así los galos adoptaron una estrategia fabiana, en la que evitarían combatir abiertamente contra los romanos y se retirarían y defenderían sus propios pueblos fortificados, en un intento de privar a los romanos de las provisiones que tanto necesitaban.
Entre tanto, César continuó con los ataques a poblados galos e intentó forzar una confrontación. Penetró en el territorio de los bituriges y atacó su principal fortaleza, Avaricium. Vercingétorix intentó convencer a los bituriges para que abandonaran la población, pero estos tenían confianza en sus defensas. Aunque acampó fuera de la población, no pudo impedir que los romanos la sitiaran. César atacó la población mientras llovía torrencialmente, cuando menos se esperaba, obligando a Vercingétorix a retirarse. César tomó seis legiones y marchó contra la capital de los arvernos: Gergovia.
Gergovia
Esta población era muy importante para Vercingétorix, quien tenía intención de defenderla. Cuando César llegó a la población, que estaba situada en un terreno muy quebrado, ocupó una colina y estableció allí un campamento fortificado. Rápidamente tomó otra colina, estableció allí un pequeño campamento y conectó ambas con un par de zanjas paralelas. César observó una colina pequeña que daba acceso a la población y que estaba prácticamente indefensa. Ordenó a algunos de sus soldados que iniciaran una maniobra de distracción y lanzó un ataque sobre la colina, que tomó con relativa facilidad. Los soldados, no obstante, continuaron su avance hasta las murallas de la población, ya fuera bajo las órdenes de Cesar o, como él lo relata, simplemente entusiasmados por su éxito; encontraron allí una fuerte resistencia y fueron rechazados con importantes pérdidas, especialmente entre los centuriones. En este punto, César se vio obligado a levantar el asedio y retirarse de Gergovia.
La derrota de Gergovia fue un duro golpe para César y una ventaja para Vercingétorix. La derrota hizo que algunos de los aliados galos más antiguos de César se pasasen al enemigo.
Retirada a alesia
Vercingétorix empezó a reclutar tropas adicionales para la rebelión y, utilizando una gran fuerza de caballería, empezó a interceptar los esfuerzos romanos para reunir provisiones. César, para compensar las pérdidas provocadas por las defecciones, especialmente en su caballería, reclutó caballería e infantería ligera germana para respaldarla. Vercingétorix comprendió que sus fuerzas no podían enfrentarse a las de César en campo abierto, y decidió retirarse a la ciudad fortificada de Alesia, esperando repetir la derrota de los romanos en Gergovia. César le siguió y se preparó para sitiar la ciudad.
Disposiciones
Vercingétorix y su ejército construyeron un campamento fortificado adyacente a Alesia. defendido por un foso y un terraplén de 1,8 m de altura. César concluyó que Alesia y el campamento galo eran demasiado fuertes para ser asaltados, y decidió en cambio rodear y bloquear la ciudad. Empezó construyendo siete campamentos fortificados apoyados por 23 reductos para defender posiciones clave. Mientras se construían estas fortificaciones, Vercingétorix envió a su caballería para obstaculizar a los romanos. Se produjo una batalla de caballería, en la cual los galos fueron duramente vapuleados por la caballería de César, especialmente por los germanos. Vercingétorix decidió entonces que su caballería intentara una evasión durante la noche. Los jinetes galos se deslizaron por las brechas de las filas romanas y regresaron a sus comunidades para reunir un nuevo ejército a fin de socorrer a los sitiados.
Con la huida de la caballería gala y la probable aparición de un ejército de socorro, César decidió aumentar sus construcciones de asedio.
Primero, construyó un foso de 6 m, con los lados perpendiculares, para evitar que los galos de Alesia pudieran obstaculizar la construcción de fortificaciones más completas. Tras este foso, se excavaron dos
fosos adicionales, y el interior fue llenado de agua. Tras estos se erigió un terraplén de 3,6 m de altura con la tierra extraída de las fosos. Este fue coronado con una empalizada y protegido por estacas afiladas. Para reforzar aún más el terraplén, se dispusieron torres espaciadas regularmente a lo largo de él. La longitud de estas construcciones era de casi 16 km.
Vercingétorix, durante la construcción de las fortificaciones, realizó una serie de salidas importantes y coordinadas fuera de la ciudad, que interferían con la construcción y dificultaban el envío de partidas de aprovisionamiento por parte de César. Este, añadió tres líneas de trampas. La primera constaba de cinco hileras de troncos de árbol y ramas fuertes afiladas, colocados en zanjas; frente a estas había hoyos de 90 cm de profundidad dispuestos en forma de tablero de ajedrez, con estacas afiladas en su interior; y, por delante, se esparcieron ganchos de hierro fijados a bloques de madera.
Para defenderse del ejército de socorro, se construyó un conjunto similar de fortificaciones, de 28 km de longitud, dirigido hacia fuera, con bastante espacio en medio para que César moviera sus tropas. Los galos que estaban dentro de Alesia reconocieron que las provisiones serían insuficientes, así que enviaron fuera de la ciudad a todos los que no podían luchar. Los no combatientes se dirigieron a las líneas romanas, pero fueron rechazados por César, y así quedaron esperando a morir de hambre en tierra de nadie.
La batalla de Alesia
La batalla de Alesia se inició cuando llegaron las fuerzas de socorro y, tras haber acampado a 1,5 km de las líneas romanas, enviaron a su caballería a una llanura de 5 km de anchura. Los jinetes galos tenían intercalados arqueros e infantería ligera, mientras que el cuerpo principal de infantería formaba para velar por su caballería, que era la élite del ejército.
Enfrentamiento fuera de las fortificaciones
Cuando los galos de Alesia vieron a la caballería formada para la batalla, salieron de la ciudad y rellenaron los fosos romanos con fajinas, en preparación de una salida. César respondió guarneciendo los terraplenes con toda su infantería, procurando que todos los hombres supieran cuál era su puesto, y enviando a sus jinetes galos aliados y germanos a enfrentarse con la caballería enemiga. La acción de la caballería fue muy disputada, pues los jinetes galos se beneficiaban del apoyo de la infantería, cosa que los romanos no esperaban, pero finalmente los romanos llevaron la mejor parte, cuando César concentró a su caballería germana en un solo punto y desbandó a la caballería gala. Esta última huyó, dejando que su infantería de apoyo fuera masacrada. Los galos que estaban dentro de las fortificaciones de asedio perdieron la esperanza y se retiraron de regreso a Alesia.
Asalto a la fortificación romana
Los galos de la fuerza de socorro dedicaron el día siguiente a preparar los materiales necesarios para un asalto importante, entre ellos escaleras, ganchos de asalto y fajinas. A medianoche, avanzaron silenciosamente y, cuando llegaron cerca de las fortificaciones romanas de asedio, dieron una voz para indicar a los sitiados que iban a iniciar el asalto. Vercingétorix salió con sus fuerzas para atacar a los romanos al mismo tiempo, de forma que estos se vieran combatidos por delante y por detrás. Aunque los galos pudieron causar una serie de bajas lanzando jabalinas, piedras con honda y otros proyectiles, los obstáculos puestos por los romanos ante sus terraplenes provocaron fuertes pérdidas. Los galos, incapaces de continuar, se retiraron.
Final de la batalla de Alesia
Los galos celebraron un consejo de guerra y decidieron utilizar el ejército principal para amenazar las fortificaciones de asedio, mientras una fuerza de 60.000 hombres escogidos atacaba el campamento romano en la parte norte de la ciudad. Este fuerte estaba defendido por dos legiones, pero, debido a la naturaleza del terreno, se hallaba fuera de las líneas de circunvalación. Entre tanto, Vercingétorix dirigiría de nuevo un ataque para que los romanos se vieran obligados a defender tanto las fortificaciones interiores como las exteriores contra unos ataques simultáneos. La fuerza de guerreros galos realizó una marcha nocturna y descansó hasta el mediodía, en cuyo momento atacó. Al mismo tiempo, Vercingétorix atacó las fortificaciones interiores para que los romanos se vieran en apuros en varios lugares. César observó que los 60.000 galos estaban teniendo cierto éxito contra el fuerte aislado, así que envió a su lugarteniente de mayor confianza Tito Atio Labieno, para que lo socorriera con seis cohortes. Ordenó a Labieno la defensa del fuerte, aunque debía contraatacar en caso de que no pudiera defenderlo. Mientras tanto, los soldados de Vercingétorix habían abierto brecha en una sección pronunciada de la pared interior, donde las fortificaciones no estaban tan completas.
César envió refuerzos a esta posición, rechazando finalmente a los galos cuando condujo personalmente a algunos soldados a la brecha. La situación se había vuelto desesperada, y Labieno se estaba preparando para un contraataque final. César acudió rápidamente para reforzar el contraataque al frente de apenas cuatro cohortes; también ordenó a su caballería que hiciera una salida y atacara a los guerreros galos desde atrás. Aunque los galos lucharon enérgicamente, la aparición de la caballería por detrás fue demasiado y fueron derrotados. La caballería romana pudo causar enormes bajas entre los galos que huían. Los galos asediados quedaron consternados y se retiraron al interior de Alesia.
Secuelas
Con la dispersión del ejército de socorro, los galos que estaban dentro de Alesia se vieron obligados a rendirse. Vercingétorix fue entregado a César. Algunos de los galos fueron utilizados para conseguir la lealtad de sus tribus; sin embargo, muchos fueron repartidos entre la tropa como botín y terminaron como esclavos. La victoria de la batalla de Alesia quebró la resistencia gala, aunque César dedicaría los dos años siguientes a consolidar su posición. Vercingétorix quedaría prisionero durante unos seis años hasta que, tras ser exhibido en un desfile por Roma durante el gran triunfo de César, fue estrangulado públicamente.
Cómo citarnos
González, María y Guzmán, Jorge (2016, 6 06Europe/Madrid abril). La batalla de Alesia. Historia Universal. https://mihistoriauniversal.com/edad-antigua/batalla-alesia