El Imperio Nuevo comprende las Dinastías XVIII a XX (1570-1070 a.C). Esta etapa fue un momento de esplendor, gracias a la labor de los príncipes tebanos de la Dinastía XVIII para fortalecer el Estado, expulsar a los hicsos, restablecer las relaciones internacionales y reabrir las rutas comerciales, iniciando además una época de conquistas en el exterior.
Características del Imperio Nuevo
El imperio nuevo se instaló la capital en Tebas, en el sur y se llevó a cabo la restauración de la unidad del Alto y Bajo Egipto, perdida durante parte el Segundo Período Intermedio, ya que como dijimos, Apopis, al menos en el vaso de Almuñecar, se titula rey del Alto y Bajo Egipto. Hubo desde el principio una gran actividad para reorganizar el país, lo que produjo una gran prosperidad, reflejada en la construcción de numerosos monumentos.
El imperio nuevo se caracteriza por la gran importancia de la mujer y su protagonismo en los problemas sucesorios. Por primera vez, una mujer es nombrada faraón con todos los títulos masculinos: Hatshepsut, y también otra reina, Nefertiti, aparece representada en escenas familiares, en un plano de igualdad, como también la reina Tiyi, con su esposo Amen-Hotep/Amenofis III y madre de Amen-Hotep/Amenoíis IV.
Situación Internacional del Imperio Nuevo
La situación internacional en estos momentos del imperio nuevo consistía en el protectorado egipcio sobre las ciudades cananeas. En Asiria reinaban los últimos reyes del Imperio Antiguo y los del Imperio Medio y se produce el dominio casita en Babilonia, conincidente asimismo con el apogeo y caída de los reinos micénicos en Grecia, el Éxodo de israel y la llamada invasión de los Pueblos del Ma, sólo existente en las fuentes egipcias.
Dinastías del Imperio Nuevo
Dinastía XVIII.
En el imperio nuevo suele dividirse el estudio de esta Dinastía en tres etapas que comprenden en primer lugar los primeros reyes: Desde la liberación a Amenofis IV, en segundo lugar la época de Amen-Hotep/Amenofis IV y la etapa de el-Amarna para finalizar con los últimos reyes.
LOS PRIMEROS REYES
Comenzó la Dinastía XVIII sin cambio con relación a la anterior, pues el primer faraón, Amosis, o Ahmosis, era hermano de Kamose, el último faraón de la Dinastía XVII, hijos ambos de Sekenenra Taa II y la reina Ahhotep I.
La guerra de liberación
como en tiempos de Mentuhotep, la reunificación de Egipto partió del sur. El relato de la campaña de Kamose contra estos invasores describe una gran batalla cuyo lugar no se puede localizar y termina con un regreso triunfal a Tebas. La expulsión definitiva fue obra de su hermano Ahmosis I Nebpehtira (1570-1546), primer rey de la Dinastía XVIII. Ahmosis emprendió una ofensiva que conocemos por un relato de un oficial, llamado Ahmosis como el rey, hijo de Abana, quien participó en la I toma de Avaris, la capital del reino hicso.
El avance egipcio, que se llevó a cabo con numerosas vicisitudes, llegó hasta Sharuhem (sur de Palestina).
Ame-hotep I Dyeserkara (Amenofis o Amenotes) (1551-1524) no realizó grandes hechos de política exterior sino que se dedicó a la reorganización del país, el cual, agradecido, instituyó en su honor un festival que acabó dando nombre a un mes del calendario egipcio, el mes de phamenoth. Él y su madre Ahmosis-Nefertari tuvieron un templo común en la ribera occidental de Tebas.
Tanto Ahmosis I como su sucesor, Amen-Hotep I, al que asoció al trono durante su reinado, embellecieron el país con sus construcciones de templos y otros edificios, sobre todo en Abidos y Karnak (templo del dios Amón, con lo que afirman la importancia de este dios local) iniciando la reorganización de la administración.
Los Thutmósidas
La época de reinado de los faraones de esta familia puede distribuirse en varios períodos: Antes de Hatshepsut. el reinado de Hatshepsut y después de esta reina.
Antes de Hatshepsut
Los egipcios en el imperio nuevo consideraron siempre que la reorganización llevada a cabo por Ahmosis y su expulsión de los asiáticos de la zona del Delta iniciaba una nueva era y por ello se le consideró el iniciador de una dinastía XVIII, aunque los dos primeros reyes eran sucesores directos, sin ruptura aparente, de los príncipes tebanos de la Dinastía XVII. Cuando realmente asciende al trono una nueva familia es con Thutmosis I Ajeperkara (1524-1518), el primer gran conquistador entre los faraones egipcios, llegando en sus conquistas hasta el río Eufrates, con el que, en realidad, debería comenzar la Dinastía XVIII.
Tan pronto subió al trono, Thutmosis I emitió un decreto que, entre a otras personalidades, fue enviado al gobernador de los países del sur llamado Thure, en el cual le anunciaba el comienzo de su reinado y le notificaba la titulatura exacta de su magistratura:
De esta manera quedaba fijada la forma de denominar al faraón para el resto de la historia egipcia. Este decreto está fechado el día de la fiesta de la coronación, el año primero, en el tercer mes de la segunda estación, día 21.
En una estela grabada en las rocas de la isla de Tombos, en la tercera catarata, se lee que Thutmosis I, en el segundo año de su reinado, llevó a cabo una campaña en Nubia con brillantes resultados militares y construyó una fortaleza en Tombos. Volvió a Nubia el año tercero. Con estas campañas se produjo la ruina de lo que se supone fue el reino indígena de Kerma. Pacificada Nubia, Thutmosis I se dirigió a Palestina y llegó hasta el Eufrates, cazó elefantes y erigió una estela. Parece que fue este faraón el que abandonó la idea de enterrarse en una pirámide e inició la costumbre de que el rey fuera inhumado en un hipogeo excavado en las laderas de las colinas desérticas de la orilla izquierda del río Nilo, frente a Tebas. Este tipo de enterramiento continuará durante todo el Imperio Nuevo. El conjunto de tumbas está situado en lo que se denomina Valle de los Reyes.
Su labor organizadora del reino continuó la de sus antecesores, haciendo resaltar el papel de la ciudad de Menfis. Murió a los tres años y algunos meses de reinado. Le sucedió su hijo, Thutmosis II Ajeperenka (1518-1504).
Hatshepsut-Maat-ka-Ra
Thutmosis II tomó por esposa principal a Hatshepsut, su hermanastra, hija primogénita de Thumosis I, con lo que se constituyó en el heredero directo de este rey, legitimado su ascensión al trono a través de la sangre real de su esposa. A la muerte de Thutmosis II, esta reina relegó al joven Tutmosis III a la sombra, a los dos años de correinado o regencia y gobernó como rey durante veintidós años.
Hatshepsut Makara (1498-1483) tomó, al gobernar, toda la titulatura real de los faraones con los nombres:
Horus femenina Uosretkau, Rey del Alto y Bajo Egipto, Makare o Maatka-Ra, Verdad es el alma de Ra y Jnemetamón Hatshepsut. La que abraza a Amón, la principal entre las mujeres nobles, siendo la verdadera gobernante del país, apoyándose para reinar en un conjunto de funcionarios fieles a los que confió los más altos puestos del Estado. La reina se vistió como un hombre y suprimió en sus nombres y títulos las desinencias femeninas, adoptando el protocolo completo de los reyes de Egipto con excepción del tradicional epíteto de toro poderoso. Su reinado parece que interrumpió la política de conquistas de sus tres directos antecesores, conformándose con hacer explotar las canteras y organizar expediciones comerciales, la más célebre, inmortalizada en los magníficos relieves del templo de la reina en Deir el-Bahari, es la organizada al País del Punt, donde aparece representada la reina de este lejano país.
Secundada por su favorito, Senemut, construyó muchos templos, entre ellos su templo funerario de Deir el-Bahari, célebre por la originalidad de su planta y por la belleza de su decoración. Lo más conocido de este templo de Deir el-Bahari es el relieve de la expedición al Punt, ese lugar que ha dejado una literatura tan abundante desde el Imperio Antiguo.
Hatshepsut relegó al joven rey Thutmosis III Menjeperra (1504- 1450) a la sombra, y reinó en solitario. Hay que decir que durante toda la historia de Egipto, las mujeres tuvieron un papel muy destacado, pero esta importancia se ve con especial claridad a comienzos del Imperio Nuevo, ya se ha hablado de lahotep, pero hay muchas más que tienen una servidumbre numerosa e intervienen en asuntos de Estado y de otras mujeres que reinaron como reyes. Se cree que Thutmosis, en estos años oscuros, se dedicó a asuntos militares en Menfis.
Hatsepsut, con el nombre real de Maat-ka-Ra Verdad es el alma de Ra, tuvo un reinado Pacífico en el exterior y en el interior se dedicó a las tareas organizativas y administrativas.
Thutmosis III
No se sabe cómo terminó el reinado de Maat-ka-Ra Hatshepsut. Se cree que había perecido en una sublevación de los partidarios de Thutmosis. Se basaba esta hipótesis en la consideración de los monumentos destruidos de forma violenta, tanto los de la reina como los de su favorito Senemut.
Thutmosis III, cuando Hatshetsut desapareció de la escena pública, en el año 22, según la Estela de Erment, que contenía una especie de resumen de su reinado, pudo por fin asumir su papel de rey y lo hizo tan bien y de tal forma durante esta etapa, que duró treinta años y cambió el curso de la historia de Egipto, llevando su país a cimas de poder y extensión jamás sobrepasadas por ningún otro faraón, dividiéndose esta etapa en dos partes: los veintiún primeros años dedicados a las conquistas y campañas en Asia sobre todo y sus últimos doce años, más tranquilos.
Al comenzar su reinado, la situación en Asia era grave, pues los mitannios habían formado una gran coalición aprovechando la a veces cuestionada pasividad del reinado de Hatshepsut. El faraón organizó unas diecisiete expediciones a Asia, relatadas de forma completamente objetiva sobre las paredes del corredor que rodea la parte más interior y sagrada del templo de Amón en Karnak, el Santuario de la Barca, en el muro que, por estos grabados, recibe el nombre de Muro de los Anales.
El objetivo del rey era el Éufrates. Quería abatir el poder de los mitannios y aunque la primera coalición contra Egipto fue organizada por el príncipe de Kadesh, todas las campañas del faraón pueden reducirse a un duelo Mitanni-Egipto que ganó este último país.
Al terminar las campañas, algunas de ellas ante la fortaleza de Kadesh, en el río Orontes, en Siria, la reputación, poder y riquezas del rey egipcio eran considerables: sus provincias de Asia le mandaban tributos regularmente y los grandes Estados vecinos como Babilonia, Assur y el vencido Mitanni le enviaban frecuentes regalos buscando su amistad. También mantuvo buenas relaciones con las islas del Egeo produciéndose en 1464 un Primer Equilibrio Internacional.
Este es el momento en que se puede hablar de imperio egipcio puesto que bajo el dominio de la monarquía tebana se encuentran pueblos de distintas lenguas, razas y culturas. De norte a sur, el país comprendía 3.200 km. Los pueblos que en él se incluían eran de muy distinto nivel cultural y asimismo diferían en organización social y política. Egipto explotará y saqueará todo este inmenso territorio logrando una mayor riqueza del Estado, que se refleja en el propio territorio egipcio por la enorme actividad constructiva de los faraones del Imperio Nuevo, especialmente en Tebas.
El templo de Amón en Karnak recibió una gran parte de los botines de guerra y los tributos que pagaban los súbditos exteriores del faraón. Un buen ejemplo de ello es la sala hipóstila, en cuyos relieves se reflejan largas procesiones de portadores de tributos.
En el sur, la dominación egipcia se extendía en época de Thutmosis III más allá de la cuarta catarata. Y sus sucesores se limitaron a conservar su obra.
Los sucesores de Thutmosis III
Amen-hotep/Amenofis II Hekaon, Ajeprura (1453-1419), asociado al trono por su padre un año antes de morir, continuó su política y abatió a los príncipes sirios sublevados nuevamente. De su reinado es la primera mención de los apiru (tal vez los israelitas).
De su sucesor, Thutmosis IV Menjeprura (1419-1386), sólo se conoce una campaña asiática.
Amen-Hotep/Amenofis III Hekauise Nebmara (1386-1349), su sucesor, continuó la política de buenas relaciones con los asiáticos, casándose también con princesas mitannias.
Éste fue el período más brillante de la historia de Egipto. Asegurada la paz por las campañas anteriores, el país gozaba de una prosperidad que se manifestaba en el lujo de la corte, en las obras arquitectónicas y sobre todo en las tumbas reales, y en las de funcionarios. En los restos del palacio de Tebas, llamado por los árabes Malqatá, hay noticias de una campaña en Nubia en el año séptimo, que no debió pasar de una demostración de fuerza, cuyo resultado fue la esclavización de 1.052 nubios. Sus relaciones exteriores con los príncipes del Próximo Oriente pueden seguirse por la correspondencia de El-Amarna, en lengua acadia, lengua diplomática de la época que se utilizaba desde Capadocia hasta el Golfo Pérsico y desde Ligarit hasta las fronteras de los Zagros,es decir, todo el mundo civilizado de la época, salvo Egipto, para la correspondencia internacional.
Una faceta de gran importancia de este reinado es la evolución de la sensibilidad tanto social como religiosa, que en cierto modo preparará el camino para los sucesos del reinado siguiente. Amenofis tuvo como esposa real a Tiy o Tiye, que le dio seis hijos a Amenofis III, quizá un Thumosis que murió sin reinar y además el futuro Amenofis IV y cuatro hijas, dos de las cuales llevaron también el título de reinas: Satamón e Isis.
En el orden ideológico-religioso interesa destacar el papel que va adquiriendo el dios Atón, hasta ahora poco conocido. Se aprecia este hecho en dos himnos al dios Sol de los hermanos Suti y Hor, que vivieron en el reinado de Amenofis III.
De sus espléndidas construcciones se conservan las ruinas del templo funerario de la orilla occidental, del que actualmente sólo quedan en pie dos colosos del rey, llamados colosos de Memnón,
Construyó asimismo uno de los monumentos más bellos del arte universal: el templo de Luxor, en Tebas, como Harén meridional de Amón, que venía en barca desde el templo de Karnak en la Fiesta Sed para llevar a cabo su unión o hierogamia con su esposa, la diosa Amonet.
Amen-Hotep/Amenofis IV
La última parte de la Dinastía XVIII ofrece para el historiador el interés de una época en crisis, más ideológica que institucional, que supone un corte total y único en la historia de Egipto.
Amen-Hotep/Amenofis IV NEFERJEPRURA (1350-1334), sucesor de Amen-Hotep III. es conocido principalmente por el cambio religioso que llevó a cabo en el año 2 de su reinado, sustituyendo la primacía del culto del dios Amón por la del Atón o disco solar, aunque a comienzos de su reinado aún se hace representar haciendo una ofrenda al dios Amón.
Amen-Hotep IV tomó como nombre real Nefer-jeperu-Ra-wa-en-Ra bello de formas es Ra, el único de Ra, con lo cual se afirma ante todo la individualidad de su vinculación al dios Sol. Es posible que se educara en Hermonthis, llamada la Heliópolis del Alto Egipto con sacerdotes heliopolitanos que consideraban al culto de Amón como algo desprovisto de verdadero contenido religioso, contenido y valor espiritual que sí tenía, sin embargo, el antiguo culto al dios Sol, tan extendido durante la Dinastía V.
El Cisma de El-Amarna
El dios Atón (el Atón o disco solar) era una divinidad que estaba presente en todas las cosas, que no tenía necesidad de ser representado por medio de estatuas. Se le figuraba por el disco solar cuyos rayos terminaban en manos que sujetan el signo Ankh, vida. Sus santuarios no eran oscuros y reservados como los de Amón sino abiertos, para que el dios en persona los visitase y el Disco bañase con sus rayos a sus fieles y a toda la tierra y lo que en ella hay, mientras que el faraón no era sólo su Sumo Sacerdote, sino también, su profeta, el que habla con el dios y transmite sus enseñanzas.
Uno de los Dioses perseguidos por Akhenatón fue Hapy, el dios Nilo, también fue contra el culto de Osiris.
Consecuencias DEL CISMA DE EL-AMARNA
La sustitución del Gran Sacerdote de Amón por el de Atón causó una revolución religiosa, política (por el gran poder político y económico que perdieron los sacerdotes del dios Amón) y social (se produjeron desórdenes y asesinatos de fieles de Amón por los del Atón y viceversa). Se produce también la primacía del culto en el cielo al sol (Ra) visible por su Disco (Atón) del cual emana la luz y todo bien, aunque no se dejó de adorar a los dioses locales o a la misma Wadjet, la diosa cobra que se yergue en la parte inferior del disco solar en sus representaciones amarnienses.
En el año 4 de su reinado se abandonó la antigua capital, Tebas, y se construyó a partir del año 5 otra más al norte, en el hoy pequeño poblado de el-Amarna, en un lugar revelado por el mismo Atón a la que llamó Aket-Atón (Horizonte del Disco).
Amenofis IV transformó su nombre de Horus, Toro poderoso de las grandes plumas, que lo vinculaba a Tebas, en toro poderoso amado de Atón. Su nombre de Nebty A la gran realeza en Karnak se convierte en A la gran realeza en el Horizonte del Disco. Su nombre de Horus de Oro, Quien eleva las coronas en la He-liópolis del sur en Quien eleva el nombre de Atón. Conservó su nombre de coronación y cambió Amenofis en Anj-en-Atón o Akhenatón:
Agradable a Atón, una simple transformación de Amón en Atón.
Akhenatón construyó a su dios un templo en Tebas, cerca del templo de Amón. En él se colocaron estatuas en las que se evidenciaba un estilo expresionista.
Posibles fallos del Cisma amarniense
Lo primero porque veía abandonados por orden real sus antiguos y múltiples dioses, a los que durante milenios había acudido en busca de ayuda y consuelo.
A la vida cotidiana debió afectar también en grado sumo el traslado de la capital de Tebas a El Amarna, con el consiguiente desplazamiento económico del país hacia el norte.
El clero de los templos de Karnak y Luxor, el templo de Amen-Hotep III, etc., que aunque mantuvieron sus posesiones se vieron oficialmente perseguidos y apartados del favor real.
Como consecuencia de todas estas cosas, es posible entender por qué no debió de ser admitida nunca por la generalidad del pueblo egipcio y no debió extenderse mucho, aunque en Nubia se fundara la ciudad de Gematón.
Esta circunstancia político-religiosa se conoce como Cisma Amarniense, por el nombre de la nueva capital.
El-Amarna es una de las pocas ciudades medianamente conocidas del Egipto antiguo. Se construyeron algunos edificios como el palacio del norte, el gran templo de Atón, instalaciones oficiales, un segundo palacio de ceremonias, residencias de funcionarios del gobierno, necrópolis de cortesanos y la tumba real con su correspondiente aldea de obreros que trabajaban en ella, como era costumbre en las obras faraónicas. La tumba real se ubicó en el Wadi que desemboca en la gran hoya de el-Amarna.
Por estos años se desató la cólera del rey con violencia incontenida contra Amón y todo lo que éste significaba, como sucedió años más tarde con su dios. Se martilló el nombre divino en los monumentos, incluso los más venerables, como
la segunda estela de Kamose.
La tradición histórica no le consideró rey legítimo, como puede verse por la Lista Real del templo de Abidos. Sin embargo, la huella amárnica se conservará durante toda la época ramésida y en cierto modo la religión egipcia posterior se verá afectada por el espíritu de la fe atoniana. que. a pesar de todas las exageraciones, puso al faraón y a los dioses más cerca de los hombres.
LOS SUCESORES DE Amen-Hotep IV
El fin del Cisma amarniense comprende el reinado de una serie de reyes: Tutankha-mon, casado con la princesa Ankesenamón, hija de Akhenatón y Nefertiti, reina-faraón al morir su marido, hasta su matrimonio con Ay, Smenkara padre posiblemente de la reina Nefertiti y tras el reinado de AY con Mutnedjemet (hermana de Nefertiti), reinó Horemheb, casado con Mutnedjemet, que reinó sola a la muerte de su anterior marido (tal vez su padre Ay), por lo que en esta época hubo varias reinas-faraón, que tampoco figuran en las listas reales.
Dinastía XIX
Comienza esta Dinastía con Ramesés/Ramsés I, Menpehtire (1293-1291), soberano procedente de Tanis (Delta), tal vez de una familia de advenedizos (asiáticos o de procedencia asiática), de la que se conoce a un oficial, el primer Setos/Sethi, ocupando Ramsés ya un lugar en la corte de su predecesor como Visir. El reinado de Ramsés I fue apacible. La obra de su antecesor, Horemheb, dio sus frutos en su lucha contra los hititas y su buena administración se hizo notar en los años posteriores, consiguiendo reorganizar el Reino. Como no tuvo ningún heredero varón, transmitió el poder a otro militar, Setos/Sethi I Menmare (1291-1278), que fue un monarca guerrero que realizó campañas en Palestina y Fenicia y llevó a cabo una nueva batalla en Kadesh contra los hititas (recordemos que también allí había luchado Thutmosis III y lucharía Ramesés II).
Ramesés/Ramsés II
Su hijo y sucesor, Ramesés II, Usimara (1279-1212) es tal vez, el faraón más conocido del Imperio Nuevo y, posiblemente, de toda la historia de Egipto. En su política exterior se subrayan los hechos siguientes:
Enfrentamiento Egipcio-Hitita
Reinando en Hatti el rey Muwatalli, hijo y sucesor de Mursil II, su hermano Hattusil fue nombrado gobernador del Alto País y general en jefe de todo el ejército hitita. Mientras tanto, los gasga invadieron todo el norte del país de Hatti, llegando a Hattusas, su capital.
A instancias de Mitanni y Egipto, se unieron los estados rivales de Hatti a los de Siria del norte para luchar contra los hititas. El rey de Ugarit se negó a participar en esta alianza.
En Egipto, las luchas internas y el debilitamiento de la Dinastía XVIII (cisma de el-Amarna) habían permitido la consolidación del poder hitita en Siria y la entrada en Egipto, por el este, de elementos nómadas y seminómadas. Ya en el reinado de Amen-Hotep/Amenofis III, los hititas, habían tratado de unificar Anatolia y a continuación, Siria, donde se enfrentaron con Mitanni, aliada del faraón, a la que vencieron, pero tratando de no enfrentarse con Egipto, pues ya durante la Dinastía XVIII, los hititas pagaban tributo a este país. Pero el pacifismo fue la tónica general del reinado de Amen-Hotep /Amenofis IV, permitiendo a Hatti fortalecerse.
Más adelante, la viuda de Akhenatón (Nefertiti) o su hija Meritatón, viuda de Tutankamón, mantendrá correspondencia con Subiluliuma, pidiéndole un príncipe hitita para contraer matrimonio con él, lo que no llegó a realizarse porque tal vez el príncipe fue asesinado antes de llegar a Egipto.
Con los reyes hititas Arnuwanda, Mursil II y Muwatalli se reanudó el enfrentamiento egipcio-hitita.
Al subir al trono de Egipto el faraón Horemheb, tuvo que enviar un ejército a Kadesh, en el momento en que el hitita Mursil II se enfrentaba a la última resistencia de Mitanni.
Al comenzar la Dinastía XIX, con Ramsés I, se iniciaron los enfrentamientos de Egipto con el rey hitita Muwatalli.
Después, hacia el año 1309, el faraón Sethi I tomó la fortaleza de Kadesh que los hititas recuperaron poco después. Tras él, sus sucesores continuaron la misma política de enfrentamiento y aunque Sethi I y Muwatalli habían mantenido buenas relaciones, es posible que los hititas alentaran a los Pueblos del Mar contra Egipto y la lucha se hizo inevitable, de nuevo, entre egipcios e hititas.
En la nueva batalla de Kadesh (1295) tuvo lugar el más importante enfrentamiento egipcio-hitita. Lucharon Ramsés II y Muwatalli, en la primavera del quinto año del reinado de Ramsés II, finalizando con la derrota egipcia.
Hacia 1287 murió Muwatalli, sucediéndole su hijo Urhi-Teshub (Mursil III), bajo la tutela de su tío Hattusil. Y en este momento, los hititas retrocedieron ante el empuje conjunto de Ramsés II y Adad-Nirari de Asiria.
Hattusil III subió al trono de Hatti (sucediendo a su sobrino) en circunstancias desconocidas. Necesitaba la paz y aunque los asirios la aceptaron mal, encontró apoyo en Egipto y Babilonia.
En 1278 se produjo el Segundo Equilibrio Internacional, con la paz concertada entre Ramsés II y Hattusil III, teniendo lugar dos hechos que la refrendan:
a) Tratado de Kadesh, entre Ramsés II y Hattusil III.
b) La boda, en 1265 entre Ramsés II y una princesa hitita, hija de Hattusil III.
Otros hechos que caracterizaron el reinado de Ramsés II
Otros hechos que tuvieron lugar durante esta época fueron las grandes realizaciones arquitectónicas (en Abidos, Tebas y Abu-Simbel), donde destacan los templos dedicados a él mismo y el templo pequeño de Abu Simbel a su esposa, la reina Nefertari, de la que se conserva también su bellísima tumba en el Valle de las Reinas. Asimismo. se produjo en este momento la decadencia hitita por una parte y el propio declive egipcio tras la muerte de Ramsés II.
ÚLTIMOS FARAONES de la Dinastía XIX
Después de la muerte de Ramsés II comenzaron a advertirse los primeros síntomas de una nueva decadencia en el país, tales como la negligencia en la administración del Estado y las amenazas del exterior (sobre todo de Libia y Canaán).
Con Mineptah Baenra-merinetyeru (1212-1202), su sucesor, tuvieron lugar la sublevación y derrota de Canaán.
Los sucesores de Mineptah: Amenmes/Amenmeses, Mineptah-Siptah, Sheti/Shetos II, Ramsés-Siptah, últimos faraones de la Dinastía XIX y la reina Tausert Sitre-meriamun (1187-1185), otra reina-faraón, madrastra de Siptah, con todos los títulos de faraón como Hatshepsut unos 300 años antes, caracterizan una época de continuada decadencia y anarquía.
Dinastía XX
La Dinastía XX comenzó con Setnakt Usijaure Setpenre (1185-1182), faraón del que se desconoce su origen. Este rey acabó con la anarquía del país y logró expulsar a los invasores extranjeros. Su sucesor, Ramsés III Usimare Meriamun (1182-1151), fue el último gran rey del Imperio Nuevo. Con él, el país hizo un alto en su decadencia, gracias a las reformas administrativas y sociales que llevó a cabo.
Fue un monarca emprendedor de nuevas construcciones, como el templo de Medinet-Ha-bu. También, gracias a su labor, Tebas volvió a ser una gran ciudad.
Debido a su buena administración, recuperó los tributos de Nubia y de Asiria. Con éstos, y la preparación del ejército que antes de él estaba debilitado y sin efectivos, pudo hacer frente a las revueltas de los pueblos del este y el oeste del Delta.
A la muerte de Ramsés III, Egipto cayó en franca decadencia (el propio fallecimiento del Faraón se produjo a causa de una intriga palaciega). A partir de este momento, las crisis políticas se sucedieron, debido a distintas causas, tales como las influencias e intromisiones extranjeras en la política egipcia, el creciente poder de los sacerdotes de Amón y el déficit económico, a lo que habría que añadir la progresiva presencia de asiáticos en la corte.
Así, los años posteriores al reinado de Ramsés III (le sucedieron ocho soberanos del mismo nombre), constituyen un período de crisis dinástica que desembocó en la toma del poder por Amehotep, Sumo Sacerdote de Amón, después por Panehesí y luego por Herihor (1080-1074), que fundó la Dinastía XXI, de Reyes-Sacerdotes, ya del Tercer Período Intermedio.
Mientras, en el Delta, Smedes (1069-1043) creó otro reino. Con ellos y con un país nuevamente dividido comienza el llamado Tercer Período Intermedio.
Cómo citarnos
González, María y Guzmán, Jorge (2015, 2 02Europe/Madrid marzo). Imperio Nuevo de Egipto. Historia Universal. https://mihistoriauniversal.com/edad-antigua/imperio-nuevo-egipto