La victoria de Nelson en Trafalgar terminó con la amenaza de una invasión francesa y garantizó el dominio británico de los mares durante los 100 años siguientes. Sin embargo, en el momento de su mayor triunfo, el principal héroe británico fue abatido en la cubierta de su capitana, HMS Victory.
Datos de la batalla de Trafalgar
- Quiénes: La flora francoespañola de 33 navíos de línea bajo el mando del almirante Pierre Villeneuve (1763-1806) frente a una flota inglesa de 27 navíos de línea bajo el mando de Lord Horatio Nelson (1758-1805).
- Cómo: El ataque frontal de Nelson contra la línea francoespañola rompió su formación y permitió que la superior artillería de los buques ingleses destruyera al enemigo.
- Dónde: En la entrada occidental del estrecho de Gibraltar, frente al cabo Trafalgar (España).
- Cuándo: 21 de octubre de 1805.
- Por qué: Nelson, que había perseguido a la flota francoespañola alrededor del mundo, la alcanzó en el estrecho de Gibraltar y Villeneuve decidió, por motivos personales, combatir en lugar de huir.
- Resultado: La flota combinada, a pesar de una heroica resistencia, fue destrozada e Inglaterra eliminó para siempre la amenaza de una invasión francesa.
Antecedentes
La victoria de Nelson en Trafalgar hace 200 años es la batalla naval más famosa y decisiva de todos los tiempos. No obstante, se olvida con frecuencia que era producto de los planes de Napoleón de invadir Inglaterra. En la primavera de 1805, Napoleón había reunido unas 2.000 cañoneras y transportes en los puertos franceses del canal de la Mancha para trasladar a un ejército de 167.000 soldados veteranos a la costa de Kent. Para que la invasión tuviera éxito, Napoleón tenía que estar seguro de que la Marina Real británica hubiera sido atraída bien lejos del canal de la Mancha, mientras su destartalada flotilla de gabarras y barcazas zarpaba de Boulogne y Calais.
Napoleón tenía la virtud de nombrar a los hombres equivocados para los puestos cruciales cuando se trataba de la guerra naval, y cuando eligió al conde Pierre Villeneuve, se lució de verdad. No solo había sobrevivido a la bahía de Aboukir (1798), adquiriendo así un terror a Nelson de por vida, sino que Villeneuve detestaba la persona y la política de Napoleón, y especialmente su plan de atraer a Nelson a las Antillas con el escuadrón de Villeneuve, que zarpó de Tolón el 30 de marzo. En ese mismo momento, Nelson estaba navegando entre Cerdeña y Sicilia, esperando que Villeneuve pusiera rumbo a Egipto. Hasta el 18 de abril no supo que la flota francesa se dirigía al oeste por el Atlántico.
El 12 de mayo, con 10 navíos de línea y tres fragatas, Nelson se dirigió hacia el Atlántico con destino a las Antillas. Cuatro días después, Villeneuve había llegado a Martinica, donde estaba decidido a permanecer hasta que el almirante Ganteaume con sus 21 navíos de línea se uniera a él desde Brest. Sin embargo, Villeneuve tenía que empezar a navegar de regreso a aguas europeas para respaldar los desembarcos de Napoleón el 22 de junio como máximo. El 26 de mayo se les unieron seis navíos de línea españoles bajo el mando del almirante Federico Gravina (1757-1806), incrementando la flota combinada hasta 21 navíos de línea.
La acción de calder
Entre tanto, Nelson había recibido de nuevo información errónea, de modo que cuando llegó a las Antillas navegó hacia el sur a Trinidad en lugar de hacia el norte. Una vez más, no había logrado encontrar al escurridizo enemigo. El colega de Nelson, comandante de la flota del canal de la Mancha, el almirante sir Robert Calder (1745-1845), tuvo más suerte, pues se tropezó con la flota combinada frente al cabo Finisterre el 22 de julio. Calder tenía 15 navíos de línea, frente a los 21 navíos de línea y siete fragatas de Villeneuve. Se produjo una acción poco concluyente en la que Calder capturó a dos buques españoles y causó daños a otros cuatro, mientras sufría daños en solo cuatro buques y contaba 199 bajas en su propio escuadrón. Ambas flotas se hicieron a la vela en direcciones opuestas el 27 de julio.
Aunque Calder pensaba que lo había hecho bien, su incapacidad de destruir la flota combinada suscitó críticas en casa, y Calder exigió un consejo de guerra para limpiar su nombre. El único consuelo de Calder era que el comportamiento de Villeneuve se consideraba aún peor.
Descortésmente, el comandante francés culpó a Gravina y a los españoles por la derrota de Finisterre, cuando de hecho los españoles habían peleado espléndidamente, como Napoleón (un inveterado hispanófobo) tuvo que reconocer un mes después.
Nelson en cadiz
Nelson tampoco tenía nada que celebrar cuando regresó por última vez a Inglaterra el 19 de agosto. El mismo día que Nelson volvía a tomar el mando del escuadrón británico que bloqueaba Cádiz (29 de septiembre), el almirante celebraba su 47 cumpleaños, aunque aparentaba al menos una década más.
Nelson se reanimó cuando la promesa de ayuda de Pitt se cumplió de forma bastante inesperada: el 15 de octubre, Nelson tenía unos 27 navíos de línea y cinco fragatas. Las fragatas estaban bajo el mando del capitán sir Henry Blackwood (1770-1832), y se mantuvieron a unas 3 millas de la costa para vigilar a la flota combinada en Cádiz. La flota combinada tenía 2.600 marinos y 33 navíos de línea, contra los 27 navíos y 2.100 marinos de Nelson.
Nelson planeaba que, una vez que la flota combinada zarpara de Cádiz, atacaría al enemigo en dos columnas en ángulo recto con su línea, rompiéndola así y después aislando y destruyendo la parte trasera antes de que la vanguardia pudiera respaldarla. Tal vez Nelson pensara que este plan era «secreto»; sin embargo, Villeneuve, que había estudiado atentamente a Nelson, se dio cuenta inmediatamente de que Nelson iba a hacer esto. Villeneuve puede haber sido un tímido y poco inspirado comandante de hombres, pero no era tonto, y sus acciones el 21 de octubre demostraron que tampoco era ningún cobarde.
Disposiciones
La flota combinada empezó a salir de Cádiz en las primeras horas del sábado 19 de octubre, pero dos días después solo había llegado a la entrada del estrecho de Gibraltar. La línea de batalla francoespañola, si se puede llamar así, era una desordenada y dispersa confusión de buques de 9 millas de longitud. Esa mañana, lunes 21 de octubre, sería fatídica para ambos bandos cuando una creciente marejada anunció la aproximación de una tormenta del Atlántico.
Disposición francoespañola
Con destino inicial en el Mediterráneo, Villeneuve dio órdenes de que la flota entera invirtiese el rumbo porque estaba decidido a morir en la batalla y no tener que enfrentarse a la ira del odioso corso si escapaba a Nápoles. Hacia las 10:00, su flota, en forma de una media luna irregular con amplios espacios entre las naves, había cambiado finalmente de dirección. La división del almirante Le Pelley formaba ahora la vanguardia mientras que los duros españoles de Gravina, que habían estado a la cabeza, se convirtieron en la retaguardia. Una hora después, Villeneuve observó cómo la flota de Nelson caía sobre él en dos columnas separadas.
Disposición de los ingleses
En cuanto a los ingleses, se habían preparado para la batalla desde las 06:00. Nelson estaba decidido a dar caza y alcanzar a la flota combinada en fuga. Para su asombro y el de los demás comandantes ingleses, el enemigo, a las 08:40, cambió de dirección y se dirigió de nuevo al oeste, directamente hacia ellos. Como siempre, Nelson estaba decidido a tomar la delantera con su HMS Victory (su capitana de 100 cañones), aunque sus comandantes le advirtieron que esto le convertiría en un blanco muy fácil para el fuego del enemigo. Nelson descartó la idea de que debía dejar que el escuadrón de su segundo, el almirante Collingwood, tomara la delantera. A las 11:00, Nelson izó una señal singular, pero alentadora, aunque claramente evidente, a su flota: «Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber». Hubo un tremendo rugido de aprobación de los oficiales y hombres de toda la flota inglesa cuando la señal fue leída y comprendida.
La batalla
Cuarenta y cinco minutos más tarde se iniciaron los primeros disparos vacilantes mientras Villeneuve, en su capitana el Bucentaure (80 cañones), izaba cautelosamente su gallardete. Nelson, en cambio, estaba en la cubierta de popa del Victory cuando hizo, a las 11:50, su última señal a la flota: «Atacar al enemigo más de cerca». A las 12:04, los sólidos costados de roble del Victory recibían una lluvia de disparos del Bucentaure (que concentraba su fuego en la aleta de babor de la nave inglesa), del Redoutable, del Héros y del gigantesco español Santísima Trinidad, de 136 cañones, capitana del almirante Baltasar de Cisneros.
Mientras estos disparaban andanadas contra el Victory, los francotiradores franceses y españoles en cubierta y en los mástiles barrían las cubiertas de la capitana inglesa con fuego de mosquete. La rueda del timón del Victory fue destrozada, obligando a gobernarlo desde una cubierta interior; el secretario de Nelson, John Scott, fue abatido; el mastelero de sobremesana fue arrancado y todos los demás mástiles sufrieron daños. El Victory pasó al fin bajo la popa del Bucentaure, y disparó una devastadora andanada de barrido con doble carga a través de sus galerías de popa, desmontando 20 cañones y matando a docenas de tripulantes. El resto de la flota lo siguió, rompiendo la línea francoespañola, tal como Nelson había planeado, y la batalla se convirtió en una refriega de acciones individuales de buque contra buque, donde la superior artillería inglesa podía dominar.
Caída del redoutable y Santísima Trinidad
A las 13:10, el Victory combatía con el francés Redoutable, bajo el mando del capitán Jean-Jacques Lucas, un incendiario provenzal, quien inspiró a su tripulación para pelear ferozmente contra el enemigo inglés. En cuestión de minutos, el preciso y mortal fuego francés había matado a 40 infantes de marina. Un francotirador a bordo del Redoutable alcanzó a Nelson con un disparo que penetró por el hombro del almirante, le atravesó el pulmón y le perforó la columna vertebral.
Ahora y durante las dos horas siguientes, la batalla alcanzó su mayor furia. La nave francesa recibía fuego desde ambos lados, cuando el HMS Téméraire,de 98 cañones, se unió al combate. A las 13:40 el Téméraire barrió al Redoutable, que era ya un despojo, con repetidas andanadas, pero Lucas y su valiente tripulación se negaron a arriar la bandera hasta que el barco inglés quedó en un estado tan deprimente como su propio buque. Finalmente, Lucas y sus hombres, totalmente agotados, se rindieron. El Redoutable había sufrido 487 muertos y 81 heridos, entre ellos Lucas: ¡un asombroso 88% de su tripulación!
A las 14:30 el Santísima Trinidad era también un completo despojo; sin embargo, cuando una partida de abordaje inglesa pisó su cubierta, un oficial español informó de que la orgullosa capitana no había capitulado, a pesar de ser incapaz de disparar un solo cañón. Tardaría horas en ser finalmente tomada por los ingleses. El Bucentaure estaba también, a las 16:15, fuera de servicio con 450 bajas, apenas un tripulante todavía en pie, sus tres capitanes heridos.
Fin de la batalla
Villeneuve, que había permanecido en pie, completamente inmóvil, durante toda la terrible experiencia, deseando con todo su corazón ser abatido, no tenía un solo rasguño cuando su averiada capitana se rindió al capitán Israel Pellew del Conqueror. Quince minutos después, a las 14:30, una vez que su cirujano, William Beatty, había sido incapaz de hacer nada por él, Nelson murió, sabiendo que su querida flota había obtenido una gran victoria. Para entonces Collingwood había destrozado la mayor parte del escuadrón español bajo el mando del almirante Gravina, bastante al sudoeste del escenario principal de los combates. Los españoles, como los franceses, opusieron una feroz defensa de sus buques, aunque al final fueron derrotados por los ingleses, más experimentados.
Secuelas
Al final de la batalla, 17 buques de la flota combinada estaban en manos inglesas, y otro era un pecio en llamas. De los 15 supervivientes, cuatro fueron tomados en la batalla del cabo Ortegal el 4 de noviembre y solo 11 consiguieron regresar a Cádiz, bajo el mando de Gravina, gravemente herido. No obstante, después de la batalla estalló una tormenta, obligando a los ingleses a barrenar muchas de sus presas, duramente ganadas.
La noticia de la victoria de Nelson llegó a Inglaterra el 6 de noviembre, donde el regocijo ante la derrota de la flota enemiga y el fin de la amenaza de invasión se vio atemperado por el dolor ante la pérdida del mayor de los héroes nacionales. La batalla de Trafalgar, una de las victorias más decisivas de la historia naval, fue el comienzo de un siglo de dominio casi indiscutible para la Marina Real británica.
Cómo citarnos
González, María y Guzmán, Jorge (2016, 27 27Europe/Madrid mayo). La batalla de Trafalgar. Historia Universal. https://mihistoriauniversal.com/edad-contemporanea/batalla-trafalgar