La independencia de Latinoamérica se dio por causas internas y externas. Hubo una serie de conflictos armados en cada pueblo de Latinoamérica, los cuales tenían un solo objetivo, la independencia de cada pueblo.
Causas del movimiento de independencia en las colonias españolas
Cuando en Europa parecía menguar el fuego de la Revolución, se inició en las colonias españolas de América una acción reclamando su independencia de España. La causa esencial de este proceso fue la incapacidad de la metrópoli para hacer frente a las exigencias de reforma administrativa, renovación social y política y expansión económica de sus colonias. El mismo sentimiento de protesta contra la ineptitud del despotismo ministerial que estalló en España en 1808 contra Carlos IV, provocó la separación de los países americanos.
Otras causas fueron de orden interno y externo. Entre las de este tipo están la difusión de los ideales enciclopedistas, el ejemplo de los Estados Unidos de América y el deseo de Inglaterra de romper el monopolio colonial español en América del Sur. Entre las causas internas figura el desarrollo del poder social de los criollos (blancos americanos), quienes aspiraban a poseer también el poder político. En todo caso, el triunfo de la Independencia se funda en la debilidad de la metrópoli, invadida por las tropas de Napoleón o sujeta a graves luchas políticas internas.
Actuación de los precursores en la Independencia de Latinoamérica
Entre los criollos residentes en las principales ciudades coloniales existió cierta agitación revolucionaria a partir de 1780. La fomentaban y mantenían ideólogos como Antonio Nariño, colombiano, propagador de las doctrinas políticas de los enciclopedistas franceses. Tal agitación se tradujo en una serie de golpes de mano y conjuraciones aisladas. La más importante fue la de los Comuneros de Socorro, que estalló en Nueva Granada en 1781.
El primer sudamericano que procuró unir todos los esfuerzos de los separatistas en una acción común fue Francisco Miranda (1756-1816), Venezolano, natural de Caracas, luchó contra los ingleses en Norteamérica y fue general girondino en Francia. Desde Londres, donde tenía su cuartel general, preparó un desembarco en su patria, con el apoyo de Inglaterra y los Estados Unidos. Fracasó en Ocumare y Vela de Coro (1805), pero regresó a Londres con nuevos arrestos para fomentar su causa.
Las sublevaciones de 1810
La labor de Miranda y sus compañeros, así como la de los liberales criollos, tuvo ocasión de manifestarse en 1810, cuando el gobierno de la metrópoli se vio obligado a refugiarse en Cádiz ante el ímpetu de los ejércitos napoleónicos. Ya desde 1808 la actitud separatista se había manifestado en el acto de reclamar Juntas de gobierno americanas; pues bien, en 1810 éstas se impusieron en todas partes, con el propósito de adueñarse del poder y proceder luego a la proclamación de la Independencia.
En Buenos Aires, los revolucionarios impusieron la Junta después de la jornada del 25 de mayo de 1810. En Santiago de Chile, los criollos, a ejemplo de los bonaerenses, impusieron su causa en los días 11 de junio y 18 de septiembre. En Caracas la revolución ya había estallado, con éxito, en las jornadas del 18 y 19 de abril, y Bogotá había seguido su ejemplo el 20 de julio. Por otra parte, en México, el cura Hidalgo se levantó en Dolores (16 de septiembre) y con un ejército de indios se dirigió contra la capital; su derrota y su ejecución no paralizaron la acción separatista mexicana, que halló otro caudillo en Morelos.
Luchas entre españoles y separatistas
Contra los americanos que preconizaban la independencia de las colonias, otros manifestaron su fidelidad a la monarquía y se agruparon alrededor de las autoridades españolas. Sobre todo eran propietarios rústicos, dueños de grandes haciendas en México y el Perú. Gracias a su ayuda, los virreyes dispusieron de algunas fuerzas para combatir a los patriotas. Entre 1810 y 1816 España logró reducir casi por completo el movimiento separatista. Así en México, los realistas, acaudillados por Itúrbide, derrotaron a Morelos, lo cogieron prisionero en Tezmalaca y lo fusilaron en 1815.
En América del Sur la defensa de los derechos de la corona española corrió a cargo del virrey Abascal. Este mantuvo en paz el virreinato del Perú, y desde este reducto organizó y envió ejércitos contra los sublevados, los cuales, a su vez, se combatían en ásperas luchas internas. El movimiento independentista en Chile fue sofocado en 1815, después de la victoria de Cancha Rayada (1814) que puso fin al período llamado Patria Vieja. En Nueva Granada los realistas se apoderaron de Quito en 1814 y prepararon el éxito de la expedición del general español Morillo, quien conquistó Cartagena en 1815 y Bogotá en 1816. Mientras tanto, en Venezuela los españolistas, mandados por Boves, habían puesto fin a la guerra a muerte y expulsado a Bolívar y sus partidarios del país, después de infligirles algunas severas derrotas que hicieron cundir el desaliento en las filas de aquéllos.
Bolívar y San Martín aseguran la causa americana
En Argentina, a pesar de las luchas internas y de las derrotas en las fronteras, los patriotas habían logrado mantenerse en el poder. En 1816 proclamaron la independencia del país. AI año siguiente, el general José de San Martín (1778-1850), que después de hacer una brillante carrera militar en España había abrazado la causa americana, emprendió, de acuerdo con el gobierno argentino y con el apoyo de los emigrados chilenos (como Bernardo O’Higgins) una expedición para liberar a Chile. Partiendo de Córdoba, traspuso los Andes y, tomando por sorpresa a las escasas fuerzas españolas, las derrotó en Chacabuco. Esta batalla y la de Maipú (1818) hicieron efectiva la independencia de Chile. Alentado por estos éxitos, San Martín condujo su ejército al Perú, y entró en Lima en 1821. Pero el ejército español se mantuvo aquí en la meseta peruano-boliviana.
Mientras tanto, otro general americano obtenía triunfos no menores. Simón Bolívar (1783-1830), natural de Caracas, había combatido por la independencia de América desde 1810. El fue quien condujo en Venezuela la guerra a muerte, que terminó con su fracaso en 1814. Después de otras intentonas, todas sin éxito, logró formar un gobierno en los llanos del Orinoco, en Angostura (1817). Desde aquí emprendió sus grandes campañas de liberación. En 1819 cruzó los Andes, derrotó a los realistas en Boyacá y, conquistando Bogotá, dio la independencia a Colombia. Dos años después renovó este gran triunfo al obtener la victoria en Carabobo, que le dio Caracas. Venezuela pudo ser independiente.
Sólo faltaba reducir los núcleos españoles de Quito y el Perú. En la entrevista de Guayaquil (1822), Bolívar obtuvo de San Martín que le dejara el campo libre. Luego, su lugarteniente Sucre (1795-1830), esforzado militar, vencía en el Pichincha y daba la independencia a Quito (1822). En 1824, en plena descomposición del último ejército español en América, Bolívar obtenía nuevos laureles en Junín. Al año siguiente, Sucre cercaba y obtenía la rendición de los españoles en la decisiva batalla de Ayacucho.
Los nuevos Estados en su vida interna y externa
La independencia de los Estados de Hispanoamérica fue prematura. Este hecho explica el caos en que cayeron después de lograda aquélla.
Las nuevas democracias sudamericanas se convirtieron en campo de palestra de aventureros y soldados de fortuna. El caudillismo, el gran mal de este período, fue con todo un remedio para preparar el advenimiento de regímenes menos anormales.
El apoyo de Inglaterra y los Estados Unidos fue decisivo en la lucha de las antiguas colonias españolas por su independencia. El presidente Monroe proclamó en 1823 la Doctrina de Monroe, contra cualquier intervención europea en América de tipo colonizador o imperialista; en 1825 el ministro inglés Canning reconoció la plena soberanía de las naciones hispanoamericanas.
Los Estados independientes hispanoamericanos
La independencia de México fue lograda en 1821 por el acuerdo entre el general Itúrbide y los separatistas (plan de Iguala). Aquél se proclamó emperador (Agustín I), pero pronto fue derribado del poder, que se disputaron con encarnizamiento unitarios (conservadores) y federales (demócratas). El país vivió en un régimen de sucesivos golpes de Estado. El único político que descolló fue el general Santa Anna. Durante estas luchas se segregaron de México los Estados de la Confederación Centroamericana (1823), que a su vez se fragmentaron en las actuales repúblicas de Guatemala, Honduras, San Salvador, Nicaragua y Costa Rica.
Los ideales de una gran República sudamericana, sustentados por Bolívar, se deshicieron ya antes de su muerte. La Gran Colombia se disgregó (1830) en los Estados de Venezuela, Colombia y Ecuador, que fueron presa de una terrible anarquía política. Lo mismo sucedió en el Perú y Bolivia. Esta república fue una creación de Sucre.
Chile conoció también luchas civiles entre pipiólos (liberales) y pelucones (conservadores). En cuanto al antiguo virreinato del Plata, dio lugar a tres Estados independientes: Paraguay (desde 1811), Uruguay (desde 1828) y la Argentina (desde 1816). En esta nueva nación se desencadenó la lucha entre los porteños (liberales) y los provincianos (conservadores). Durante un largo período (1829-1852) impuso su dictadura el general Rosas, quien logró estabilizar algo el poder público, a pesar de los defectos de su gobierno. El Brasil adquirió su independencia de modo pacífico en 1825, bajo el gobierno del emperador Pedro I de Braganza.
Cómo citarnos
González, María y Guzmán, Jorge (2014, 24 24Europe/Madrid noviembre). Independencia de Latinoamérica. Historia Universal. https://mihistoriauniversal.com/edad-contemporanea/independencia-de-latinoamerica